Hay personas que por las razones que sean, o por motivos que aparentemente nos resultan inexplicables, se esconden en algún rincón de nuestro corazón y permanecen allí durante mucho tiempo. Parecieran perdidos en la memoria, olvidados, ocultos de toda posibilidad de recuerdo.
Pero entonces, también por cosas que son ajenas a nuestro entendimiento, la vida se reacomoda y esas personas vuelven a estar en nuestro camino. Basta un ligero esfuerzo de nuestra memoria, basta tocar algunos puntos sensibles de nuestra capacidad de recordación y aflora toda la belleza de un pasado que creíamos olvidado.
Y entonces el corazón también responde. Y las sensaciones, las emociones y hasta los sentimientos guardados por tanto, tanto tiempo, están ahí de nuevo. Como si nada hubiera pasado; como si apenas hubiese sido ayer.
Texto: Dario